jueves, 28 de abril de 2011

Ignacio Perez Diaz - A la Sombra de la Historia, Unidad residencial y de servicios

Cuando uno visita Estambul es capaz de afirmar la heterogeneidad de una ciudad fragmentada de indudable singularidad. La complejidad de sus calles se refleja en las fachadas de sus edificios y en el interior de los mismos. Los elementos singulares brotan sin apenas darte cuenta hasta que uno lo tiene encima. El sonido y la música de la ciudad cambian apareciendo y escondiéndose a placer. Los olores y los colores cambian mientras te pierdes en su interior... Estambul.

La primera toma de decisión es adoptar este comportamiento en la actuación. Debe ser una pieza que diga “eh, soy moderna pero convivo con mis vecinas” una pieza tradicionalmente moderna. Así, la primera acción es “rellenar” los huecos de la parcela recuperando para la ciudad las calles estrechas y los espacios compactos. Los accesos quedan reducidos a pequeños pasos por debajo de los edificios que vierten, mediante un sistema d rampas y escaleras de ligera pendiente, a un espacio central, controlado y completamente rodeado de la edificación existente. Asimismo crean una calle nueva entre la continuación de Istiklal y la torre Galata.

Los dos paquetes edificados se asoman al exterior volando sobre la calle pero manteniendo la alineación en planta baja. A partir de la primera planta giran y se retuercen a placer buscando la mejor orientación y optimizando los espacios del programa.

Una segunda y fundamental decisión es la de mantener y aprovechar las fachadas ciegas del solar. Una de las finalidades es que las viviendas existentes puedan aprovecharse de la nueva actuación revitalizando así todos los edificios que ahora se encuentran en muy mal estado. Estos muros cobran una importancia fundamental en la imagen interior de los edificios así como en la búsqueda de nuevas sensaciones para el visitante. Estaba ahí y puede verse y utilizarse.

Respecto al vacío central cabe remarcar que queda generado como un espacio residuo de la actuación edificada, característica clave en el trazado de la ciudad antigua. Evitando la generación de una enorme plaza abierta el espacio se compartimenta en tres franjas. La primera la ocupa la calle que relaciona los dos edificios y que comprende los accesos, de claro carácter longitudinal y en una posición elevada respecto al resto del espacio libre. En la segunda asoman los tres volúmenes de teatro y proyección, piezas semihundidas cuya cubierta es un pliegue del terreno. En la tercera y última un gran vacío enfatiza la presencia de un discreto Hammam. Éste se abre con un pequeño accesos que lleva a parar a un discreto jardín a modo de repartidor donde hombres y mujeres se dirigirán a su respectiva zona dentro de los baños.


Las viviendas, al ser todas distintas, debían comprender una serie de elementos comunes que dieran homogeneidad y procuraran no jerarquizar los espacios y procurando que todas tuvieran algo especial. Uno de los elementos es un gran baño a modo de mini hammam. Otro son unos cortinajes de dos materiales, uno traslúcido y otro opaco que compacten o abran espacios más pequeños dotándolas así de gran flexibilidad pudiendo configurar el reducido espacio a las necesidades específicas que se presenten. El tercer elemento es un espacio destinado a uso de estar o salón con la peculiaridad de estar ligeramente rehundido respecto al resto de la planta; este esfuerzo repercute en una mayor intimidad y sensación de recogimiento. Elemento de obra a modo de bancos y mesas que se fusionan con el propio forjado terminan de configurar este pqeueño y peculiar lugar. Los cambios en el forjado no pretenden esconderse a la planta inferior viéndose claramente estas variaciones en el techo y adaptándose en el suelo.


Hablando de los elementos que colmatan la fachada hay de nuevo dos elementos que deben aparecer en todas las viviendas y un tercero aprovechable sólo en algunos casos, éste es el de la fachada rehabilitada que siguiendo rigurosamente el criterio de adhesión a las fachadas ciegas de la parcela el resultado son una serie de “paredes” que aparecen indiscriminadamente tanto en las zonas comunes como en algunas de las viviendas. El ladrillo desgastado, la mampostería de piedra e incluso la huella de una antigua escalera de madera aparecen por las paredes del edificio. El segundo es la doble celosía. Cuando uno pasea por la ciudad de Istambul se percata de esta curiosa solución adoptada en numerosos edificios tanto religiosos como viviendas o edificios civiles. En este caso la doble celosía se genera con formas geométricas más o menos complejas dada la orientación de la fachada en concreto. Este elemento es, en realidad, falso ya que no es sino una impresión en una lámina de vidrio que reduce notablemente el impacto solar. Al colocar dos vidrios creando una cámara de aire y con dos celosías impresas de geometrías distintas se genera una iluminación determinada y, al estar desfasadas, permite que el sol entre mucho en invierno pero lo limita en verano. Por último el cerramiento móvil; la fachada se compone además de las celosías de paneles de madera incorporados a raíles dobles. Por esos carriles se mueven tanto los paneles de madera que además se abaten como las láminas de vidrio que componen el cerramiento térmico. El usuario es el que genera la imagen de fachada según la hora, necesidades o capricho al abatir y desplazar los paneles. El resultado es una fachada heterogénea, dotada de distintas soluciones y aspectos en cuya configuración el usuario tiene un papel fundamental.